Todo el que sabe un poco de biología sabe en qué consiste la mitosis (para el novato, proceso en que una célula duplica su material genético para posteriormente dividirse obteniéndose así dos células hija con la misma dotación genética que la madre), y ya nos podemos imaginar qué pasaría si un juego de tus cromosomas es distinto al otro juego. No se produciría una correcta mitosis (el apareamiento entre cromosomas homólogos en metafase no se podría llevar a cabo debido a que estos brillarían por su ausencia) y el ser vivo moriría, ¿Verdad?
Pues este es otro caso en que la realidad supera a la ficción: Las plantas tienen la asombrosa capacidad de duplicar los cromosomas que no tienen pareja y crear así una mezcla de ambas especies totalmente viable y fértil en la mayoría de los casos. Es decir, si mezclas una planta con unos cromosomas AA BB CC con una planta que tiene unos cromosomas DD EE FF (pongo letras dobles para ilustrar la diploidía), los productos meióticos (los granos de polen y los óvulos, para que nos entendamos) serían ABC y DEF. El óvulo fecundado no sabe qué mierda hacer con esto y ni corto ni perezoso duplica lo que anda suelto creando un genotipo (código genético, para el no versado) completamente nuevo, que sería AA BB CC DD EE FF. Efectivamente, hemos duplicado el número de cromosomas, que deben andar en el núcleo como inmigrantes en un piso patera, pero como funciona, pos tiramos palante.
Si eso os asusta, pensad que la mayoría de cereales, frutas y verduras que coméis tienen más cromosomas que sus homólogos silvestres. Muchos más, de hecho. Así se consiguen sandías sin pepitas, fresas gordas y lustrosas o espigas de trigo con muchos más granos.
Esto, señores y señoras, se refleja en la producción de alimento mundial. Nos guste o no, los transgénicos son el futuro. La población humana está creciendo tan rápido que tarde o temprano vamos a necesitar fuentes más eficientes de alimento, ya que los actuales recursos son como bien sabemos finitos. Con la transgénesis no podemos (desgraciadamente) hacerlos infinitos, pero sí podemos sacarles un buen pico que podría mantener a más gente. En este punto he de expresar mi opinión: En el mundo YA HAY DEMASIADA GENTE, así es que lo único que faltaría sería el aumento de la población debido a los aumentos de la producción de alimentos. Sin embargo, la transgénesis es un arma de doble filo: Con ingeniería genética teóricamente podemos conseguir plantas que aprovechen más eficientemente los recursos de los que disponen, provocando un menor impacto ecológico. Reflejo de ello son las plantas modificadas genéticamente para resistir enfermedades locales y plagas, como por ejemplo el centeno de hoy en día, que es resistente al cornezuelo (se acabaron los días del LSD y las fábricas caseras de los hippies...xD), o los tomates que resisten el riego con agua salada. Hasta el más avispado podría ver que es una ventaja el no tener que usar pesticidas (tanto económica como ambiental) o el no malgastar agua potable en zonas cercanas al mar semidesérticas (como puede ser muy bien Murcia).
Así mismo se está investigando mucho últimamente con los biocombustibles: Modificamos genéticamente plantas o bacterias (normalmente) para que produzcan alcohol u otros compuestos utilizables como combustible. ¿Resultado? Menos producción de gases de efecto invernadero al descartar el petróleo, aire más salubre, y menor coste del transporte. Todo esto parece maravilloso, pero claro, hay que seguir investigando.
Pero claro, no iba a ser oro todo lo que reluce. Veremos la otra cara de la moneda en la siguiente (y última) entrega de esta serie. ¡Saludos!